Al enfrentarnos a una situación difícil, a menudo nos preguntamos instintivamente por qué nos sucede. A veces encontramos la respuesta, pero también es posible que no la haya, y debemos aprender a cambiar la pregunta.

Al enfrentarnos a una situación difícil, a menudo nos preguntamos instintivamente por qué nos sucede. A veces encontramos la respuesta, pero también es posible que no la haya, y debemos aprender a cambiar la pregunta.
A todos nos encanta recibir halagos o palabras de aliento. ¡Claro que no hay nada de malo en eso! Pero debemos estar alerta cuando empezamos a buscar solo estas palabras halagadoras.
La mayoría de los cristianos saben que no pasarán siete años de infortunios rompiendo un espejo, pasando por debajo de una escalera o acariciando a un gato negro. Pero eso no significa que no sean supersticiosos. Porque sin amor, nuestra fe puede convertirse en superstición.
A veces debemos revestirnos de la armadura completa del cristiano y pelear la buena batalla de la fe. Pero nunca debemos olvidar que, en otras ocasiones, debemos abandonar el campo de batalla y regresar a la fortaleza.
Generalmente no tenemos problema en encontrar nuestros defectos, pero no debemos olvidarnos de descubrir también los tesoros que Dios ha puesto dentro y alrededor de nosotros. Nos espera una gran riqueza; ¡solo tenemos que encontrarla!