¿Por qué orar todos los días? Porque necesitamos recordar diariamente nuestra posición en Cristo.
Al comienzo de nuestra vida cristiana, o después de una convención cristiana, estamos motivados a orar todos los días. Después de todo, eso es lo que manda la Biblia, ¿verdad? “Oren sin cesar” (1 Tesalonicenses 5:17 RVC). En la oración enseñada por Jesús se trata de pedir a Dios el pan de cada día, por eso debemos orar diariamente. Esto es lo que hacía Jesús cada mañana (Marcos 1:35). Pero después de unos días de buenas intenciones, nos saltamos un día. Nos sentimos culpables: la falta de oración es probablemente el “pecado” que los cristianos confiesan más a menudo a Dios. Pero el ritmo de la vida nos lleva a responder a las demandas de quienes nos rodean en un torbellino que nos hace sordos a la voz del Espíritu Santo. Hasta la próxima convención o libro cristiano, donde todo el proceso comienza de nuevo.
Para ayudarnos a perseverar en la oración, es necesario dejar de ver nuestro tiempo de devoción como un simple buen hábito, como ir al gimnasio. Cuando recordamos lo que la oración hace en nuestra vida diaria, estamos más motivados a mantener el ritmo.
1. Necesitamos descargarnos diariamente
Cuando oramos, cuando elevamos nuestras necesidades a Dios, es para ponerlas en sus manos. Nunca fuimos diseñados para soportar el peso de las demandas diarias. “Por lo tanto, no se preocupen ni se pregunten “¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?” Porque la gente anda tras todo esto, pero su Padre celestial sabe que ustedes tienen necesidad de todas estas cosas” (Mateo 6:31-32 RVC). Cuando un desafío consume nuestros pensamientos, necesitamos ese momento en el día para encomendarle esa necesidad a Dios (1 Pedro 5:7). Necesitamos recordar diariamente que Dios está a cargo. Las preocupaciones pueden volver durante el día, por eso es importante volver y descargar cada día para que estas preocupaciones no se multipliquen de un día para otro.
2. Necesitamos arrepentirnos diariamente
Siempre es fácil encontrar faltas en los demás, pero Jesús nos exhortó a comenzar siempre mirando primero nuestras propias debilidades. “¿Por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no miras la viga que está en tu propio ojo?” (Mateo 7:3 RVC). Si tomamos tiempo diariamente para arrepentirnos de nuestros propios pecados o malos hábitos, permaneceremos en un estado de humildad. También seremos mucho más cuidadosos con nuestras acciones durante el día. Cuando hacemos introspección diaria para ver qué es lo que necesita ser cambiado o mejorado en nuestras vidas, bajo la inspiración del Espíritu Santo, evitamos enorgullecernos.
3. Necesitamos la guía del Espíritu Santo diariamente
Es posible que ya tengamos todo nuestro día planeado. ¡Tal vez nuestro jefe o nuestros hijos también lo planearon para nosotros! Es fácil comenzar nuestro día en modo “acción”, abordando las tareas de nuestra lista. Pero es bueno recordar, una vez al día, que esta lista nunca terminará. “Son muchas las ideas del corazón humano; sólo el consejo del Señor permanece” (Proverbios 19:21 RVC). Necesitamos dejar que el Espíritu Santo mire nuestra lista de cosas por hacer y la reorganice o cambie según Su sabiduría.
4. Necesitamos poner al enemigo en su lugar diariamente
Al vivir en el mundo físico, a menudo olvidamos el mundo espiritual que nos rodea. “Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. “Revístanse de toda la armadura de Dios, para que puedan hacer frente a las asechanzas del diablo. La batalla que libramos no es contra gente de carne y hueso, sino contra principados y potestades, contra los que gobiernan las tinieblas de este mundo, ¡contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Efesios 6:11-12 RVC). Dios nos ha dado autoridad contra todos los poderes de las tinieblas, debemos usar esta autoridad y derribar los muros que el enemigo levanta entre nosotros y la bendición de Dios. Permanecemos más alerta al mundo espiritual si nos tomamos el tiempo para romper los planes del enemigo diariamente.
Necesitamos todo esto diariamente. La alabanza puede ayudarnos en este proceso. Tomémonos el tiempo para hacer este ajuste cada día, para recuperar nuestro lugar como hijos de Dios, sumisos y victoriosos. “Así que, no se preocupen por el día de mañana, porque el día de mañana traerá sus propias preocupaciones. Ya bastante tiene cada día con su propio mal” (Mateo 6:34 RVC). Demos a Dios lo que es de Dios, tomemos de Dios lo que Él ha provisto para nosotros y hagámoslo diariamente.